lunes, 23 de mayo de 2011

EL AMAUTA: PRIMIGENIA IDENTIDAD: POBLAMIENTO AMERICANO Y PERUANO

NUESTRA IDENTIDAD PRIMIGENIA:
EL POBLAMIENTO DE AMÉRICA
Por: Luis Guzmán Palomino

Para ubicar nuestra identidad primigenia -como ocurre con casi todas
las colectividades del mundo- debemos partir admitiendo que nuestros más remotos ancestros vinieron de fuera. Sólo un keniata, un tanzanio o un etíope –y tendrían que discutir entre ellos- podría arrogarse el derecho de rastrear sus orígenes en su propia tierra. Y ése no es nuestro caso. Empezaremos, entonces, reconociendo nuestra matriz africana, cuya evolución desde los Kenyapithecus africanus y Australopithecus – en un proceso de varios millones de años- condujo paulatinamente a la aparición del Homo sapiens sapiens, que se expandió por todos los ecosistemas del planeta produciendo variedades raciales.

Una de esas variedades, la asiática, tiene que ver con nuestros ancestros
más cercanos. Cazadores y recolectores que prosperaron en los climas
templados de la China migraron al norte en sucesivas oleadas, desde hace
unos cuarenta mil años, aproximadamente, y avanzaron por Mongolia para
dominar la estepa y la tundra siberianas, hasta alcanzar los límites septentrionales y situarse, sin saberlo, frente a América, más o menos hace
unos quince mil años. Por su configuración anatómica y su procedencia
geográfica, son denominados por la ciencia sinodontes y mongoloides.
Fue en el tránsito del pleistoceno al holoceno, al terminar en lento proceso
las más recientes glaciaciones y aumentar progresivamente la temperatura
del planeta, cuando esos cazadores-recolectores, impelidos por la curiosidad
y la audacia, cubrieron el tramo, entonces terrestre, denominado Beringia,
penetrando en un nuevo continente. Se convirtieron así en los auténticos
descubridores de América. Algo más de treinta generaciones fueron
suficientes para poblar esta parte del mundo, considerando el promedio
de vida (30 años) y las dataciones cronológicas de los primeros asentamientos
ubicados de uno a otro extremo del continente, Hace 14 mil años el istmo de Panamá fue por primera vez hollado por bandas de cazadores-recolectores que procedían del norte. Después de recorrerlo longitudinalmente, tuvieron la posibilidad de optar por una de las tres vías que se presentaban en la ruta al sur. La primera, bordeando elocéano; la segunda, ascendiendo la cordillera, y la tercera, internándose en la selva oriental. Las piezas de caza tomaron esas vías y en su seguimientolos seres humanos llegaron a Sudamérica.

Las más recientes publicaciones sobre el tema coinciden en mencionar ese
fechado para el poblamiento del nuevo continente, de acuerdo con las evidencias materiales y los modernos métodos de datación, corrigiendo anteriores supuestos sobre un poblamiento más antiguo. El investigador norteamericano Stuart Fiedel ha publicado recientemente dos tablas cronológicas en las que cita entre interrogantes algunos sitios de presencia Pre-
Clovis, entre ellos Bluefish, Fort Rock, El Jobo, Taima Taima, Piedra Furada,
Monte Verde, y Pikimachay, pero sin atreverse a ir más allá de los 14
mil años (Fiedel, 1996: 14-15). Como se sabe, el pueblo Clovis, conformado
por formidables cazadores de los mamut, estaba bien asentado en Norteamérica hace 10 mil años.

El trabajo más documentado sobre el poblamiento de América es el de
Brian Fagan, quien coteja las teorías elaboradas por científicos de diversas
especialidades, sobre todo de países involucrado en la temática: chinos,
rusos, norteamericanos, canadienses, australianos, etc. Fagan es enciclopédico
y por tanto una autoridad en la materia. Sostiene, sobre la base de copiosa
documentación geológica, paleobotánica, paleontológica, arqueológica
y antropológica, que América empezó a ser recorrida por los seres humanos hace 15 ó 14 mil años. Dice al respecto: “No hay, de momento, absolutamente ninguna evidencia incuestionable de una ocupación humana de la zona oriental de Beringia anterior a hace 15,000 años; esta proposición se basa en la insistencia, correcta, de que los datos de cualquier forma de ocupación prehistórica o moderna, deben encontrarse en una asociación primaria y fechada... Esto plantea la posibilidad de que la zona oriental de Beringia fuera colonizada sólo cuando los pueblos de la Edad de Piedra se retiraron hacia las tierras más altas cuando el puente de tierra quedó sumergido hace unos 14 mil años” (Fagan, 1988: 166).

Para la presencia humana en los Andes, el profesor británico Nigel Davies
menciona una antigüedad cercana a los 11 mil años: “Todavía se debate la fecha de llegada de los primeros seres humanos a Perú y demás países vecinos. Los estudiosos generalmente aceptan que la presencia humana en la región andina data de antes de 9000 a.C.” (Davies, 1999: 9-10). Recordemos que los hallazgos en Pikimachay fueron fechados originalmente en cerca de 20 mil años. Su descubridor, Richard McNeish, rectificó luego ese fechado, haciéndolo algo más moderado. Fagan cree que pueden tener unos 14 mil años y pone de relieve la importancia de este fechado en Sudamérica: “Los instrumentos de 14,000 años de antigüedad de Pikimachay son, sin duda, herramientas, aunque toscas, y muchas de ellas son hachas, utilizadas quizá para despiezar la caza y para el trabajo con madera. Aunque es peligroso basarse en una sola datación con carbono radiactivo, si la fecha y la estratigrafía son válidas, este nivel de Pikimachay sería la más antigua ocupación post glacial auténtica de Sudamérica, y una de las primeras del Nuevo Mundo” (Fagan, 1988: 203). Pero Fiedel enfatiza que se carece de pruebas suficientes como para ubicarlos más allá de los 12 mil años (Fiedel, 1996: 72).

Los cada vez más sofisticados métodos de datación efectúan rectificaciones
en los fechados obligando a una revisión constante de la evidencia paleontológica y arqueológica. El caso más notorio de equivocación se dio
con un artefacto hallado en Old Crow, Canadá, consistente en un hueso de
caribú que sin duda sirvió como raspador de pieles; originalmente, hace
algunos lustros, la prueba del carbono 14 lo fechó en 27 mil años, pero recientemente una prueba más rigurosa, mejor calibrada, le ha dado sólo 1350 años de antigüedad (Fagan, 1988: 153, 157).

Sin embargo de lo registrado por la moderna bibliografía, un tema tan importante como el primigenio poblamiento de América se trata muy a la ligera
en las aulas escolares y, lo que es peor aún, en los recintos universita4
rios. Se continúa con la versión tradicional de las teorías autoctonista e
inmigracionista, con sus variantes asiática y oceánica. Lo que también encontramos en varias de las recientes colecciones de Historia del Perú,
lujosamente presentadas y a precios prohibitivos, pero con múltiples
errores y omisiones en los datos y con poco o ningún rigor académico en
el análisis. Los textos universitarios –y para el caso revísese los que
circulan en nuestra propia casa- evidencian no estar a tono con el avance
de la investigación científica. Pero esto puede y debe corregirse. De otro
lado, algunos sitios de la Red Informática Mundial contienen información
–si bien muy sintetizada- de las modernas teorías. Y revistas científicas,
como la editada por la National Geographic, publican reportes de obligada
lectura.

Las diversas evidencias científicas permiten inferir, como única teoría válida,
la procedencia asiática de los primeros americanos. El gran viaje, como
le llama Fagan, debió iniciarse hace 40 mil años, cuando cazadores del
norte de la China tomaron la ruta del norte migrando a Mongolia. Desde
allí siguieron al nororiente, hacia la tundra siberiana, cuya fauna pródiga
en renos hizo que consolidaran la técnica venatoria de las microhojas, que
llevarían hasta el nuevo continente, donde encontraron a los caribús, parientes
de los renos. El río Aldan marcó el límite para grupos diferenciados de seres humanos y lo prueba, entre otras cosas, su configuración dental y los aleotipos de su sangre. Hacia el oeste quedaron los sundadontes caucasoides (nombre
alusivo al Cáucaso); hacia el este, desde Siberia hasta América, los sinodontes
mongoloides (por el lugar ancestral, Mongolia).

El pueblo Dyukthai, de las orillas del Aldan, tiene que ver con nuestros
más cercanos ancestros; también el que habitó el sitio de Berelekh, a orillas
del río Indigirka y el que ocupó la península de Kamchatka. Las sedes siberianas, en orden ascendente, camino a América, tienen de 25 a 11 mil
años de antigüedad. No se han descubierto sitios de mayor antigüedad.
Sólo grupos pertenecientes a esos pueblos de eximios cazadores pudieron
haber pasado a América.

Y ello coincidió con la existencia del istmo de Beringia: Asia y América estaban
unidas por un paso terrestre, pues el nivel del mar estaba por debajo
del actual. Era el tiempo de la última glaciación. El frío severo había llevado
el agua hacia las montañas. Existía el istmo con un clima algo más benigno,
capaz de soportar el desarrollo de la fauna y la flora propias de la tundra. Y siguiendo a las piezas de caza, motivados por ese trabajo, los seres
humanos transitaron, sin saberlo, hacia el nuevo continente. Al pasar
tuvieron que quedarse obligadamente en Alaska y Canadá, pues el paso
hacia el sur estaba cerrado. De oeste a este Norteamérica estaba copada
por las moles de hielo de las montañas Laurentide y Cordillerana.

Los que pasaron a América lo hicieron en el momento preciso, pues culminaba
el Pleistoceno y el planeta empezaba a calentarse, dando paso al
Holoceno. Ese calentamiento provocó el lento deshielo de las cordilleras y
el paulatino ascenso del nivel del mar. Hace 14 mil años el istmo de Beringia
dejó de existir, emergiendo en su lugar el mar de Bering, que separaría
Asia de América. Y el hombre distaba aún mucho de haber descubierto la
navegación en canoa, lograda recién al cabo de varios milenios por los esquimales.

El deshielo de la cordillera hizo que entre las montañas Laurentide y Cordillerana se abriera el paso McKenzie, también hace 14 mil años, y ésa fue
la ruta tomada por los mamuts, a los que siguieron hombres intrépidos.
Sus descendientes, en el corto lapso de mil años, en los que se sucedían en
aquel tiempo unas treinta generaciones, alcanzaron la Tierra del Fuego,
extinguiendo la megafauna.

BIBLIOGRAFÍA

CINQ MARS, JACQUES (1990), La place des grottes du Poisson-Bleu dans la préhistoire
béringienne, en Revista de Arqueología Americana, no 1, pp. 9-32, 1990.
CLAIBORNE, ROBERT (1994), Los Primeros Americanos, Ediciones Folio,, Barcelona.
DAVIES, NIGEL (1999), Los Antiguos Reinos del Perú, Editorial Crítica, Barcelona.
FAGAN, BRIAN M. (1988), El Gran Viaje: El poblamiento de la antigua América, Editorial
EDAF, S. A., Madrid.
FIEDEL, STUART J. (1996), Prehistoria de América, Editorial Crítica, Barcelona.
GUZMAN PALOMINO, LUIS (2000), Hombre, Espacio y Tiempo en la construcción de la
Sociedad, Universidad Nacional de Educación Enrique guzmán y Valle, La Cantuta.
LAMING EMPERAIRE, A. (1980), Le probleme des origins americaines, Press Universitaires,
París.

viernes, 20 de mayo de 2011

EL AMAUTA: OGIGEN,SÍNTESIS Y DESTRUCCIÓN DE LOS INCAS

ORIGEN, DESARROLLO Y DESTRUCCIÓN DEL ESTADO INKAICO
(Síntesis)


Por: Luis Guzmán Palomino.
La evolución del esclavismo incaico comprendió dos grandes períodos: patriarcal masificado desde los orígenes hasta las postrimerías del gobierno de Túpac Inca Yupanqui; y clásico germinal, desde este último tiempo hasta su destrucción, que se decide con la irrupción de los invasores españoles.

El primer período se inicia hacia principios del siglo XIII, aproximadamente, al organizarse el estado local cuzqueño, con Ayar Manco o Manco Cápac. Existe entonces la propiedad estatal con preservación de la comuna (ayllu en el caso andino), característica principal del esclavismo oriental. El trabajo tiene como modalidades el ayni y la minka; y se practica el trueque para el intercambio de productos.

Emerge como facción dominante el clero solar, que funda y consolida el predominio de la primera dinastía, tiempo más tarde denominada de los Hurin Cuzco.

Se advierte desde los orígenes la contradicción entre los Hurin Cuzco, descendientes de Manco Cápac, que controlan el poder, y otro linaje formado por los descendientes de Ayar Auca, posiblemente los llamados “ayllus custodios”, que están al margen del poder aunque disfrutando de privilegios en su calidad de nobles incaicos; este linaje devendrá luego Hanan Cuzco.

Contra el clero solar insurge un clero nuevo, adorador de un dios más poderoso que el Sol, al que denominan Pachacámac, Pachayacháchic, Punchao o Viracocha, supremo creador y organizador del Universo. Esta contradicción germina bajo el reinado de Mayta Cápac y se desarrolla aceleradamente con Cápac Yupanqui. Más que concepciones ideológicas en discrepancia estamos hablando de facciones de poder que pugnan por el control de la tierra y la fuerza de trabajo de las comunas esclavizadas. La contradicción se resuelve, de momento, con el asesinato de Cápac Yupanqui, quien comete el error de apoyarse en el clero insurgente, que es casi exterminado.

Pero el clero solar, para mantenerse en el poder, tiene que pactar alianzas con los “ayllus custodios”, exigiendo y logrando éstos la entronización de una nueva dinastía. Inca Roca, sucesor de Cápac Yupanqui, no es Hurin Cuzco; pertenece a los “ayllus custodios” y es el primer rey de la dinastía que luego tomará el nombre de Hanan Cuzco.
Con los reyes del Hanan Cuzco adquiere creciente influencia una facción hasta entonces secundaria, el ejército. Se organiza profesionalmente, posibilita la ampliación de fronteras y tiene el mérito de convertir al estado local en regional. Entra entonces en contradicción con el clero solar, al que antes sirviera. La vigencia del clero solar como facción dominante se mantiene hasta el reinado de Viracocha; agota entonces sus posibilidades de desarrollo y entra en decadencia.

En ese momento, hacia 1430, tiene lugar el avance arrollador de los Chancas, quienes originarios de Huancavelica conquistan los actuales territorios de Ayacucho y Apurímac, llegando hasta las puertas del Cuzco a exigir la rendición de los Incas. Viracocha y el decadente clero solar consienten en ello; pero el ejército asume una actitud contraria, encabeza un golpe de estado y proclama al príncipe Cusi como jefe supremo del estado. Con el apoyo de los purur aucas, campesinos convertidos en guerreros, Cusi defiende exitosamente la capital incaica y pasa a la contraofensiva, derrota a los Chancas en sucesivas batallas y les arrebata sus posesiones de Apurímac y Ayacucho.

Esa guerra resuelve la contradicción entre el clero solar y el ejército, al insurgir éste como nueva facción dominante. Exige la abdicación de Viracocha y el príncipe Cusi es reconocido como nuevo Inca, dándosele el nombre de Pachacuti en referencia a que inicia un tiempo de transformaciones.

Los Chancas son prácticamente exterminados. De los pocos sobrevivientes un grupo es asimilado al ejército incaico, en tanto otro migra a la selva en el afán de conservarse autónomo.
Se empeña Pachacuti en las guerras de expansión, multiplicando su éxito. En pocos años las armas incaicas logran dominar sobre varias naciones, emergiendo entonces la formación imperial panandina, después llamada Tahuantinsuyo.

Además de brillante comando militar, Pachacuti destaca como legislador. Dicta un voluminoso código para el reordenamiento del estado, que se transforma en varios aspectos. La propiedad que había sido estatal y comunal pasa a convertirse en terrateniente estatal; el Inca, cabeza de la casta de los orejones, es en la práctica poseedor de todo porque a su albedrío reparte las tierras, reservando para la clase dominante dos terceras partes, con lo cual para usufructo de los ayllus o comunas queda sólo una tercera parte.

La ideología religiosa ha impregnado huella profunda y ese otorgamiento de lo limitado para supervivir es visto por las comunas como un don o favor del déspota imperial (déspota significa “señor de esclavos”), endiosado como Intip Churin o Hijo del Sol. Ello promueve, en “reciprocidad”, el trabajo obligatorio de las comunas en las tierras de la clase dominante (las denominadas “tierras del Inca” y “tierras del Sol”), trabajo que se verifica por medio de la mita. Esta viene a ser evolución de la minka, que sin embargo subsiste.

Emergen, de otro lado, esclavos individuales, para trabajar en palacios y templos, en las ciudades y centros administrativos, hombres y mujeres que la comuna proporciona desprendiéndose de sus mejores especialistas, artesanos, artistas, etc. Son los llamados yanas; especifiquemos, yanas de tipo antiguo, porque luego han de surgir otros en posición distinta.
La comuna entrega, asimismo, una porción de esclavas, las denominadas acllas, condenadas a trabajar en talleres textiles para después ser repartidas por el Inca como si se tratasen de cualquier objeto de regalo.

Fuera de ello, la comuna es perturbada con la intrusión de advenedizos, los llamados mitimaes, aunque parece que el estado no se proponía aún liquidar los vínculos colecticios.
La expansión imperial prosigue incontenible con Túpac Inca Yupanqui, sucesor de Pachacuti. Pero, surge paralela una nueva contradicción, al rivalizar las panakas de ambos gobernantes. De esta forma, además de persistir la contradicción Hurin contra Hanan, se va a dar también la contradicción Hanan contra Hanan. Continúa latente y tiende a agravarse, asimismo, la contradicción entre el clero solar y el ejército, al copar los mandos de éste la mayor parte del poder.

El cuadro se complica al desarrollarse con fuerza la contradicción entre el imperio y los señoríos provinciales o locales representados por régulos y curacas. Hombres libres son en este estadio los orejones y los curacas, aquellos cada vez más ricos y éstos deviniendo paulatinamente menos ricos.

El imperio ya no basa el comercio en el trueque el intercambio de productos sino que establece lo que inadecuadamente se ha dado en llamar “redistribución”. Las comunas construyen grandes colcas por doquier, donde es almacenada la mejor y mayor parte de la producción . El estado despótico controla la distribución y acapara lo máximo para la minoría dominante; respeta, sin embargo, el límite fisiológico de las mayorías trabajadoras, procurando que no padezcan hambre, socorre a zonas afectadas por catástrofes naturales, como sequías e inundaciones, y de paso consolida la ideología de dominación apareciendo como benefactor y paternalista.
Hablamos hasta aquí de esclavismo patriarcal o masificado, con preservación de la comuna, similar al que existió en el Oriente, como queda ya dicho.

Hacia 1480, en las postrimerías del gobierno de Túpac Inca Yupanqui, ese cuadro empieza a cambiar aceleradamente. Las pugnas entre las facciones de la clase dominante (orejones contra orejones) produce una rebelión de vasta escala, que es reprimida con gran esfuerzo. Según diversos informantes, miles de sublevados caen prisioneros y son condenados a morir, pero la Coya (emperatriz o esposa principal del Inca) aboga por ellos porque al parecer está emparentada con algunos de los líderes rebeldes. Túpac Inca Yupanqui cambia entonces la pena capital por la de trabajos forzados a perpetuidad, en las tierras que ha empezado a ceder a miembros prominentes de las principales panakas en los valles cercanos al Cuzco.

Como el perdón se otorga a la vera de un río de aguas oscuras (Yanayaco en runasimi), los perdonados, convertidos en esclavos perpetuos, ellos y sus descendientes, van a ser llamados yanas de nuevo tipo, yanas del campo, diferentes a los yanas de la ciudad o de tipo antiguo ya existente.

Bajo ese molde, los vencidos en las guerras se convierten desde entonces en esclavos del campo, como los Cañaris y Chachapoyas que los españoles encontrarán trabajando en el Valle Sagrado de los Incas. Las crónicas y cierta historiografía los llamaron mitimaes forzados. No fueron otra cosa que prisioneros esclavizados, arrancados definitivamente de sus ayllus originales para trabajar en los latifundios que emergían cerca al Cuzco, propiedad privada en ciernes.
Ese fenómeno evolutivo origina una nueva contradicción, entre los pueblos asolados por las guerras y el estado imperial; ampliación de la contradicción desde antes existente entre el estado imperial y los señores provincianos. Por decirlo con un ejemplo: no sólo los curacas Cañaris odian a los orejones; los repudian también los Cañaris del común pues las guerras los convierten en esclavos de nuevo tipo, violentamente trasladados de sus querencias a lugares distantes de los cuales difícilmente regresan.

De otro lado, hay síntomas de que por ese tiempo los Incas conceden privilegios a los mercaderes, otro grupo que empieza a desarrollarse. Cabe citar a los señores de Chincha, que transitan a lo largo de la costa, en algunos tramos por mar, y también de la costa a la selva, utilizando auquénidos y hombres de carga. Posiblemente comercian objetos raros, de difícil adquisición, aquellos que no es posible obtener en las colcas. El comercio parece florecer en el septentrión, permitiendo contacto con naciones que habitan más allá de las fronteras tahuantinsuyanas. Se evidencia, además, algo de trascendental importancia: la aparición de la moneda, en forma de pequeñísimas hachuelas de cobre, y también en la utilización como tal de las conchas de un raro molusco, relacionadas asimismo con ofrendas religiosas. Respecto a la creciente influencia de los comerciantes, sería significativa la presencia del señor de Chincha, cargado en andas, acompañando al Inca Atahuallpa en Cajamarca, hecho citado en las crónicas.

Latifundios en formación, esclavos de nuevo tipo, emergencia de mercaderes y aparición de moneda son características germinales del esclavismo clásico, fase evolucionada del modo de producción esclavista que se desarrolló en Grecia y Roma, fundamentalmente.
Si a ello agregamos el afán de los últimos Incas por disolver la comuna, implantando el sistema decimal para el reclutamiento de guerreros y mitayos, hay mayor base para sostener la hipótesis del esclavismo clásico germinal, proceso que se acelera durante el gobierno del Inca Guayna Cápac, con el incremento de los esclavos capturados en guerra, agudizando las tensiones entre orejones y yanas, a la par que el descontento de los señoríos frente al imperio.

Escapa a esta síntesis la explicación sobre los yanas encumbrados, aquellos que por méritos especiales habían ganado el favor del Inca. Ellos entrarían también en contradicción con los orejones, por ambiciones de poder. Queda por explicar asimismo una contradicción que por entonces emerge y que va a adquirir importancia en el periodo inmediatamente posterior: la de los príncipes de madre provinciana contra los príncipes nacidos al interior de las panakas.
Ahora bien, no todos los orejones serían partidarios de las nuevas formas de dominación, y así se entiende que Huáscar, representante de la panaka de Túpac Inca Yupanqui, terminase renegando de ese origen Hanan Cuzco para desatar la guerra civil proclamando la restauración de los Hurin Cuzco en el poder. Se convirtió así en instrumento de los intereses del clero solar decadente, defensor de las antiguas formas de dominación. Significaba ésto un retroceso en la evolución del esclavismo incaico, un golpe de estado a la vez porque pretendió despojar al ejército de su preeminencia como facción dominante. La contrarrestauración fue entonces liderada por Atahuallpa, príncipe de la panaka de Pachacuti y caudillo del ejército.

La guerra civil incaica va resolver así las contradicciones entre grupos de poder (clero solar contra ejército), entre dinastías (Hurin Cuzco contra Hanan Cuzco) y entre panakas (la de Túpac Inca Yupanqui contra Pachacuti).

Reconstruido así el proceso, apreciamos que la guerra es epílogo de contradicciones de antigua y nueva data. Se descarta así la interpretación facilista que habló de un simple enfrentamiento fraticida; asimismo aquella que inventó una lucha entre quiteños y cuzqueños; como también el absurdo de plantear la existencia de una guerra ritual, hoy puesto a la moda, y la referencia a una rebelión de “yana-generales”.

El triunfo de Ccacha Pachacuti Inca Atahuallpa sobre Huáscar Inti Cusi Guallpa va a ser la definitiva victoria, si bien efímera, de lo nuevo sobre lo viejo, la evolución violenta del esclavismo incaico.

Ese proceso, que se había desenvuelto de manera autónoma, fue trastornado con la paralela intromisión de los invasores españoles, cuya guerra de conquista resolvería las contradicciones entre los señoríos y el imperio, y entre los orejones y los yanas. Los españoles aparecieron como aliados de los señores provincianos, que casi en su totalidad les prestaron inmediato apoyo. Pero fundamentalmente los españoles se autoproclamaron libertadores de los yanas esclavos, que se les unieron en masa. De los pobladores del Tahuantinsuyo, uno de cada mil luchó contra los españoles; el resto, coadyuvó en la caída de los Incas. Nada tuvo que ver en ésto el patriotismo o el nacionalismo, sino la lucha contra la opresión.

El estado esclavista incaico se derrumbó porque engendró en su seno a una clase antagónica, la de los yanas esclavos, y por sus otras muchas contradicciones. Las visibles provocaron la crisis que generó la guerra civil entre orejones; las subyacentes afloraron impetuosamente a la sola presencia de un poderoso elemento disturbador, cual fue el invasor español.

EL AMAUTA: MARCELINO SANTIAGO CARREÑO :LIBERTADOR DE CHILE Y PERÚ

EL CORONEL SANTIAGO MARCELINO CARREÑO, LIBERTADOR DE CHILE Y DEL PERÚ, HÉROE OLVIDADO DE LA CAMPAÑA DE AYACUCHO
Por: Luis Guzmán Palomino

La historia de la guerra separatista por la cual el Perú nació como estado independiente de España, encierran aún muchas páginas que están por escribirse, sobre todo en lo referente a la participación combatiente del pueblo peruano que en aquellos años de 1820 a 1824, organizó guerrillas en varias regiones del país y cubrió en mayoría las plazas del Ejército Unido Libertador. Por inexplicables razones no se acepta hasta la fecha –salvo excepciones- el análisis de ese período desde el punto de vista peruano, consintiéndose el desmedido ensalzamiento de los aliados en desmedro de los nuestros, cuya actuación en ningún caso fue menos importante. Prejuicios e ignorancias han marginado a los protagonistas peruanos de esa guerra, inclusive a jefes de alta graduación que estuvieron vinculados a las guerrillas indias y mestizas. Consideramos que ello implica no sólo omisión, sino aun injusticia, cuya reparación no puede dilatarse por más tiempo.

Tal vez la omisión más grave sea la que ha sepultado en el olvido al insigne coronel cuzqueño Santiago Marcelino Carreño, cuyo nombre casi nadie recuerda pese a que fue el oficial peruano de mayor graduación que murió en la campaña de Ayacucho. De los jefes patriotas sólo el británico Guillermo Miller lo citó entre los héroes; todos los demás lo silencia­ron, olvidando a quien fuera de los libertadores de Chile, vencedor de varias acciones guerrilleras, organizador de un escuadrón de caballería que sería base del regimiento “Húsares de Junín” y Jefe de los “Guerrilleros de Vanguardia” en la definitiva batalla de Ayacucho. Ningún monumento conmemorativo recuerda a Carreño; apenas si algunos historiadores, principalmente Juan José Vega, han vindicado su memoria; los diccionarios de personajes peruanos ni lo nombran y no ha tenido hasta hoy el homenaje que exige su brillante trayectoria.

El 8 de diciembre de 1824, en vísperas de librarse la batalla de Ayacucho, cuando precisa­mente bajaba con sus guerrilleros para participar en ella, Carreño fue emboscado en las cercanías del Condorcunca, librando allí su último combate e inmolándose heroicamente. Estos modestos apuntes sobre los rasgos más saltantes de su biografía, se escriben como un reconocimiento de gratitud hacia tan preclaro peruano, merecedor como pocos de un lugar destacado en las más gloriosas páginas de nuestra historia.

Libertador de Chile
Desconocemos hasta la fecha la hoja de servicios de tan singular patriota; pero varios documentos lo señalan como peruano y cuzqueño, con el añadido de indio que le adjudicaron algunos racistas coetáneos, no precisamente realistas. Debió iniciar su carrera militar a muy temprana edad; y fue de los primeros en abrazar la causa independentista, pues existe testimonio de que luchó por la emancipación de Chile, ganando sus ascensos en los campos de batalla hasta alcanzar el grado de sargento mayor. Su probado amor por el Perú, su patria y su suelo, como mencionó tantas veces, motivó su alistamiento en la expedición sanmartiniana, figurando entre los 29 oficiales que trajo el regimiento “Dragones de Chile”, cuerpo que vino con sólo dos individuos de tropa, lo que indica que se completó con una mayoría de reclutas peruanos.

Vencedor en Coparí y Ccahuachi
En 1821 Carreño acompañó a Miller en las incursiones a los puertos del Sur, y no pudo hallarse en Lima al proclamarse la independencia pues en esos días navegaba de Arica a Pisco, donde desembarcó el 1 de agosto. Al huir de Ica la guarnición realista, Miller envió partidas en su persecución; y el alcance se produjo en Coparí, con clara victoria patriota. El enemigo prosiguió la fuga hacia la sierra, pero fue interceptado por los Morochucos, viéndose obligado a retornar a la costa con intención de pasar a Arequipa. Miller supo de ello en Tambo y destacó una tropa al mando de Carreño para cortar la retirada al enemigo. Recogiendo informes de indios amigos, Carreño avanzó por Nazca, y la noche del 10 de agosto sorprendió a los realistas en Ccahuachi, logrando un nuevo y decisivo triunfo que se vio realzado porque derrotó a un enemigo que superaba cuatro veces el número de sus efectivos. De vuelta en Ica mereció los elogios de Miller, porque merced a sus esfuerzos quedaba libre de realistas la región meridional inmediata a Lima.

La Patria Nueva de los Hijos del Sol
A continuación, Carreño fue destinado a la capital, para tomar parte en el sitio del Callao comandando a los "Granaderos" del batallón "Auxiliar de Lima". En setiembre de ese año sucedió a Pardo de Zela en la jefatura del batallón "Provisional de Lima", que se organizó sobre la base de mil quinientos negros que se presentaron a servir voluntariamente. Disciplinó y adiestró a esa tropa, recomendando que se concediera la libertad a quienes eran esclavos tras señalar que los "Granaderos" eran tal vez lo mejor del Ejército Libertador.

Carreño anheló sinceramente el surgimien­to de una patria nueva donde se hicieran realidad los ideales por los que se inmolaran tantos miles de peruanos, desde Manco Inca hasta Pumaccahua. Y como conocedor de la historia del Perú tuvo por principal ideal la resurrección del estado autónomo sobre bases netamente andinas, porque siempre se dirigió a sus paisanos y soldados, a los peruanos todos, llamándolos “Hijos del Sol”, frase que de por sí encerraba toda una ideología profundamente nacionalista. Lejos estuvo entonces de sospechar que los ideales de los luchadores libertarios terminarían siendo traicionados por los criollos, la clase dominante que usufructuó el triunfo patriota en perjuicio de las mayorías oprimidas.

Comandante Militar de Nazca
A principios de 1822, con el visto bueno del ilustrado ministro Monteagudo, Carreño fue nombrado Comandante Militar del Partido de Nazca. Reafirmó allí sus cualidades como instructor de milicias y mereció los elogios del coronel Tristán, que lo calificó como “oficial de notorias aptitudes y de confianza”. Acatando órdenes del general Rudesindo Alvarado se movilizó de continuo entre Palpa y Nazca, para mantener contacto con los jefes guerrilleros de Caravelí y Lucanas. Se desarrollaba entonces la Primera Campaña de Interme­dios y su misión fue la de "contener cualquier incursión del enemigo por la sierra".

En abril de ese año, al peligrar su posición, se envió de Pisco a San Nicolás el bergantín “Pejespada”, con encargo de embarcar a su tropa. Ya en Pisco se esmeró en recoger dispersos, y el 20 de abril pasó a Chanquillo para incorporar una partida de 120 hombres. En el camino fue informado de que los jefes realistas Carratalá y Valdés, desde Palpa e Ica respectivamente, destacaban fuerzas combinadas para encerrarlo; retrocedió entonces al puerto y no consiguiendo buque para embarcarse, marchó por caminos extraviados durante dos días y medio, sin agua ni alimento alguno, hasta que, retirado el enemigo, pudo volver a Pisco "en el último extremo de la vida". Lo socorrió allí el alcalde de Paracas, gracias a quien pudieron salvarse también los rezagados que quedaron en los arenales.

El hecho de haber podido burlar al enemigo pese a hallarse en tan precarias condiciones, le mereció la gratitud del gobierno, que a su llegada a Lima lo nombró Gobernador Político y Militar de Huarochirí, con mando sobre las guerrillas que operaban en la sierra inmediata.

Jefe Guerrillero en Huarochirí
La labor del coronel Carreño en la sierra de Lima fue múltiple, como difícil. Reclutó, organizó, adiestró y equipó varias partidas, incorporando oficiales de carrera a las guerrillas y contingentes guerrilleros al ejército regular. Contando con la invariable ayuda de los alcaldes indios formó esas tropas casi de la nada; y hasta estableció una armería, con escasos recursos pero con un entusiasmo admirable. Organizó también un adecuado servicio de espionaje, gracias al cual estuvo al tanto del movimiento enemigo, transmitiendo puntuales informes a sus superiores.

No tuvo sede fija sino que se movilizó de continuo recorriendo todos los pueblos de su jurisdicción para comprobar personalmente sus necesidades y verificar el progreso en la organiza­ción de guerrillas. Se situó donde su presencia fue necesaria y entre junio y diciembre de 1882 estuvo en Huarochirí, Yauli, Matucana, La Oroya, San Mateo, Cachicachi, Carampoma, Chaclacayo, San Damián, Olleros, Santa Inés, Yuracmayo, Casapalca, San Lorenzo de Quinti, Canta, Chorrillos, Langa, etc., y aún bajó a Lima cuando no hubo respuesta a sus solicitudes de ayuda.

Nacionalista a ultranza
Ese continuo trajinar no fue comprendido por algunos jefes aliados, como Francisco de Paula Otero, presidente de Tarma y Comandante General de la Sierra, quien repetidamente se quejó de no ser bien atendido y hasta recomendó a Carreño mantenerse en un punto fijo para apoyarlo adecuadamente. A ello respondió el jefe peruano: "Mi residencia es ambulante, y me sitúo donde las funciones de mi cargo me llaman, donde yo puedo ser útil a mi patria y a mi suelo".
En cumplimiento de su deber Carreño batalló incansablemente con los realistas, pisándo­les la retaguardia y hostilizándolos con frecuentes y sorpresivos ataques. Pero al tiempo que crecía su influencia entre los peruanos, creció también la oposición que le hicieron los jefes aliados y algunos jefes de partidas celosos de sus éxitos. El hecho de que aquellos pretendiesen limitar sus funciones a las de un simple subordinado motivó que Carreño fuera tornándose nacionalista a ultranza. Y ello le provocó nuevos problemas, acusaciones infundadas y pretendidos insultos, como aquellos que insertó un pasquín aparecido en Yauli, calificándolo de "cuzqueño déspota y peruano atravesado". Para contrapesar esa animadversión consolidó Carreño una singular alianza con los alcaldes indios, los que en un momento llegaron a proclamar que sólo acatarían las órdenes que él dictara. Arreciaron entonces las quejas en su contra y a finales de 1882 debió presentarse en Lima para defenderse. Carente esta vez de abogados, en enero de 1823 fue despojado de su mando por la Junta Gubernativa.

Forjador de los Húsares de Junín
Pero su postergación duró poco, pues en febrero de 1823 fue requerido por el general Arenales para reunir a las guerrillas de la sierra y permitir el tránsito del coronel Otero a Lima. Pasó luego a Huánuco, donde organizó un escuadrón de caballería que con el tiempo conformaría el glorioso regimiento “Húsares de Junín". Debió su reivindicación al cambio producido en el gobierno, pues asumió la presidencia Riva Agüero y la jefatura del ejército el general Santa Cruz.

En marzo de ese año fue reconocido como sargento mayor y en junio lucía ya galones de teniente coronel. Fue entonces destinado como lugarteniente de Isidoro Villar, que actuaba como nuevo Comandante General de la Sierra. Creció una vez más su influencia, y advertido esto por los jefes aliados se renovaron las denuncias en su contra. No estaba de ninguna forma consolidado el Ejército Unido Libertador, y la llegada de Sucre desnudó la crisis de su pretendida unidad. Riva Agüero fue depuesto y lo reemplazó Torre Tagle, preparando la llegada de Bolívar. Ese cambio sorprendió a los jefes peruanos que durante algún tiempo, creyendo sincero el nacionalismo proclamado por Riva Agüero, se vieron involucrados en una contienda civil que nunca quisieron.

Combate de Macón
Carreño volvió a ser objeto de recelos cuando se descubrió que Riva Agüero le dirigía comunicacio­nes intentando retenerlo a sus órdenes. En tan difícil coyuntura y hallándose en Cerro de Pasco con sus "Húsares" y guerrilleros, decidió atacar a los realistas que ocupaban Tarma. Solicitó apoyo de las tropas acantonadas en Huánuco, pero su oficialidad extranjera se mostró reacia a obedecer­lo. Hubo de conminar entonces la presencia de ese auxilio verificándose la reunión en Reyes a principios de julio de 1823, cuando ya el enemigo había sido convenientemente reforzado.

Pese a la difícil coyuntura no renunció a su proyecto y pronunció una encendida arenga ante sus fieles exhortándolos a luchar por "la libertad del país", para acto seguido, en la madrugada del 12 de julio, iniciar la progresión sobre Tarma, ignorando que los realistas estaban al tanto de su avance. Así, al entrar en la quebrada de Macón fue sorprendido y sobrevino el desastre. Intentó desesperadamente la defensa, pero defeccionaron los aliados huyendo en desorden. Carreño trató de contener la dispersión, pero no consiguiéndolo optó por retirarse a Cerro de Pasco con sus "Húsares" y guerrilleros, en tanto que los aliados tomaban el camino a Huánuco.

Entre Riva Agüero y Bolívar
En ese difícil trance fue que Riva Agüero volvió a reclamar su apoyo. Vaciló Carreño en tomar partido, pero no dejó de oficiar a Torre Tagle desde Yanahuanca, solicitando órdenes. Espías suyos recorrían entretanto las posiciones cercanas, indagando el parecer de los colombianos, porque algunos de éstos llegaron al extremo de criticar sus "sentimientos nacionalistas". Se le atribuyeron por esos días proclamas favorables a Riva Agüero y la situación se agravó cuando el depuesto mandatario le transmitió un despacho ascendiéndolo a coronel y nombrándolo además Comandante General de la Sierra.

El gobierno de Lima ordenó entonces atacarlo, pero el 30 de noviembre de 1823 Carreño contuvo ese accionar al anunciar en carta a Bolívar que se ponía a su servicio para luchar por los más sagrados intereses de la patria. Cuatro días después, en carta al coronel Otero, Carreño hizo el necesario deslinde: “Me dice V. S. que S. E. (Bolívar) le ha advertido que yo he desobedecido al Sr. Riva Agüero; ésa es una verdad y todo el Perú verá a su tiempo el servicio grande que he hecho al suelo en que nací... Lo que V. S. me propone (amnistía, reconocimiento de grado y mando, etc.), todo es admitido por un peruano que no apetece sino la libertad de su país, pero advierto a V. S. que los soldados que en el día sirven en mi cuerpo deben ser sagrados”. Esto último alarmó a Otero, quien sin embargo fingió el avenimiento; ambos jefes, finalmente, se reunieron en Huánuco el 5 de diciembre proclamando una amistad que sólo fue sincera de parte del jefe peruano.

En la campaña final
No transcurriría mucho tiempo para que Carreño volviese a ser víctima de sospechas. Mantuvo, con todo, el mando de los “Húsares del Perú”, pero se designó como ayudante suyo alo comandante Aldao, cuya verdadera misión fue la de ir anulando su autoridad. Sucre lo recomen­dó para figurar en la vanguardia del Ejército Libertador; pero jefes como Bermúdez exigieron su expulsión, acusándolo de seducir a la tropa para abrazar el partido de Riva Agüero. El cargo era absolutamente falso, pues desde Guayaquil el derrocado presidente había escrito a Carreño ordenándole prestar obediencia a Bolívar. Las razones para odiar al peruano eran otras y Bermúdez las dejó traslucir escribiendo a Otero: “Ahora se presenta la mejor ocasión para separar a este hombre de nosotros”. Esa conspiración rindió sus frutos y en marzo de 1824 Carreño fue despojado del mando de los "Húsares del Perú", siendo sustituido nada menos que por Aldao.

Todo indica que Bolívar desaprobó esa injusticia, pues en julio reconoció al coronel Carreño como Jefe del Parque del Ejército Libertador. Desconocemos su participación en la campaña de Junín, pero sabemos que en setiembre jefaturaba la vanguardia de la hueste que Bolívar condujo hasta Huamanga. Su valía fue también reconocida por el mestizo general Santa Cruz, quien lo destacó al mando de “Húsares” en arriesgadas misiones de observación sobre el río Pampas.
En las misiones más riesgosas

En las semanas siguientes figuró jefaturando a los "Guerrilleros de Vanguardia". Así lo mencionó Miller, señalando que “los montoneros, a las órdenes del valiente coronel Carreño”, ocupaban Abancay y otros puntos en la orilla izquierda del Apurímac. Sucre dio también testimonio de la importante misión que cumplía Carreño, escribiendo desde Mamara, el 17 de octubre: “La línea de Cutuctay, Colca, San Juan de Cotabambas, San Agustín y Copca, está recorrida por el coronel Carreño, el cual ha cogido prisionero al subteniente del “Imperial” don Antonio Cristóbal que reunía ganado y se le han tomado 260 reses... Carreño escribe de Larata que piensa pasar a Limatambo en correrías. La adjunta para Carreño que vaya con prisa y segura”. Y el 18, desde Trapiche, Althaus comunicó por su parte: "Carreño está en Curahuasi protegiendo el regreso de espías infiltrados en el Cuzco".

La participación del jefe patriota tuvo enorme importancia, pues no sólo se limitó a las tareas de reconocimiento sino que protegió el servicio de espionaje, efectuó acopio de víveres y hostilizó de continuo a las avanzadas realistas. Le fueron confiadas las misiones más riesgosas y las cumplió brillantemente; y, a no dudarlo, fue su guerrilla la que más choques tuvo con los realistas durante la campaña en Apurímac.

La sublime inmolación
Ese incansable trajinar, esa intrepidez temeraria, esa entrega total a la causa que defendía, fueron motivos más que suficientes para que el enemigo se empeñara en ultimarlo. Así, el 30 de noviembre, cuando efectuaba nueva entrada en Talavera, cerca de Andahuaylas, fue sorprendido por una patrulla emboscada, sufriendo grave pérdida en violento combate. Pudo escapar a duras penas y en los días siguientes recorrió las alturas del Pampas pugnando por reorganizar a sus guerrilleros.

Pudo al fin conseguirlo, pero el 8 de diciembre de 1824, en que bajaba a reunirse con el grueso del Ejército Libertador, para tomar parte en la decisiva e inminente batalla de Ayacucho, fue nuevamente sorprendido, en las cercanías del Condorcunca. Allí libró su último combate y se inmoló heroicamente, no alcanzado a ver el gran triunfo por el que tanto y tanto luchara.
Nadie se acordó de citarlo en los partes patriotas que al día siguiente dieron cuenta de la victoria obtenida en la Pampa de la Quinua. Se le mató dos veces -ha dicho con amargura Juan José Vega-, y hasta mil veces, porque a 179 años de su sacrificio sublime no tiene aún el sitial que merece en las más gloriosas páginas de nuestra historia.

Fuentes: Colección Documental de la Independencia del Perú, tomos relativos a la Marina (1780-1822); la Expedición Libertadora; Asuntos Militares; Acción Patriótica del Pueblo en la Emancipación; Guerrillas y Montoneras. Véanse también las Memorias de Miller y O’Leary. Juan José Vega es el historiador que con más afán ha luchado por la reivindicación del coronel Carreño.

EL AMAUTA: BASILIO AUQUI HUAYALLA

BASILIO AUQUI HUAYALLA: Héroe de la independencia y
Precursor de la victoria de Ayacucho
Por: Luis Guzmán Palomino.

Pampa Cangallo, tierra de los Morochucos, fue la tierra natal de este notable patriota, allá por 1739, fecha calculada teniendo en cuenta que frisaba los 75 años cuando en 1814 organizó un escuadrón de caballería para iniciar la lucha contra los opresores españoles. En esa tropa de Morochucos tuvo como oficiales a un hijo y siete nietos suyos, por lo cual la unidad fue conocida también como Escuadrón de los Auqui.

"Los Morochucos de Cangallo -escribe Luis Milón Bendezú- brillaron como célebres jinetes, incansables soldados y baluartes invencibles de la libertad. Comparables a los Llaneros de Venezuela. Basilio Auqui encarna no sólo belicosidad del Morochuco, sino la rebelión de una raza".

Fueron sus ancestros aquellos conquistadores españoles que promediando el siglo XVI intentaron hacer del Perú una patria independiente de España, y que al ser derrotados por los realistas debieron buscar refugio en las comunidades altinas del Pampas, encontrándose con la estirpe nativa para dar lugar a un mestizaje singular. En las venas de los Morochucos corría por igual sangre de aguerridos Pocras y Chancas, como también de almagristas, gonzalistas y girones.

Basilio Auqui fue arriero de ocupación, es muy posible que sus frecuentes viajes le permitieran conocer las inquietudes rebeldes surgidas en tierras aledañas. Debió haber oído hablar de Túpac Amaru, si consideramos que en la región del Pampas prendió también el fuego de la revolución.

Y con seguridad tuvo contacto con los Angulo, Béjar y Hurtado de Mendoza, al extenderse en toda Huamanga la revolución cuzqueña de 1814. Salvajemente reprimida por los realistas, que realizaron terribles matanzas en las alturas ayacuchanas, Basilio Auqui, sobreviviente de esa guerra, debió confirmar entonces su postura antiespañola, propagandizando entre su gente la vocación libertaria. Una y otra vez los virreinales intentaron sojuzgar a los bravos Morochucos sin que éstos amenguara un sólo momento la fe en la victoria final. En Cangallo, el enemigo debió instalar una fuerte guarnición, sucediéndose con frecuencia los encuentrso entre ambas fuerzas.

Convencidos de que el acendrado amor por la libertad era irrenunciable para los Morochucos, los realistas no buscaban sojuzgarlos sino más bien exterminarlos totalmente. Los legendarios jinetes fueron de los más tenaces defensores de la independencia proclamada en Huamanga el 31 de octubre de 1820 y ofrecieron el concurso de sus armas al ejército del general Arenales, en la primera campaña del Ejército Libertador sobre la Sierra. Primero Ricafort y luego Carratalá comandaron las tropas virreinales que pugnaron por doblegar la belicosidad de los Morochucos, fracasando repetidas veces. Tal por ejemplo fue lo que sucedió en noviembre de 1821, según apunta Carlos Bendezú, uno de los biógrafos del héroe:
" ... Mientras el jefe del regimiento fernandino buscaba a los intrépidos Morochucos, Basilio, dotado de gran imaginación y sentido militar, concibió y puso en ejecución el siguiente plan: Concentró en su campamento todos los animales de labranza de los alrededores, y baqueano en su terreno, ordenó barbechar y mover la tierra de la pampa denominada Saccha, desviando el curso de un riachuelo y formando un inmensa pantano, convenientemente disimulado por malezas y arbustos... Los realistas, que exploraban el terreno, divisaron a unos 400 jinetes Morochucos, desmontados y detenidos en media pampa. El jefe realista, que no quería perder la oportunidad de derrotarlos, decidió con prontitud atacarlos. Ordenó cerrarles el paso y tomó sus disposiciones para el ataque, colocando los escuadrones en línea... A la voz de ¡Ataque! se inició la terrible carga realista, mientras Auqui y su gente, mostrando serenidad absoluta, miraban con indiferencia el avance enemigo. La caballería realista, como una tromba, penetró en la pampa de Saccha, y sin que pudiera sospecharse ni evitarlo, caballos y jinetes fueron a dar en el atolladero. Fue recién entonces que Auqui y su escuadrón, en perfecto orden, dio inicio a un ataque violento, empleando certeras hondas que lograron derribar de sus cabalgaduras a los enemigos. Aquellos que no cayeron por la fuerza de las piedras fueron tomados con lazos y ahorcados o degollados. De este modo consiguieron en breves minutos destruir a los osados jinetes realistas; de Estos, los pocos que escaparon fueron a la ciudad y dieron cuenta al famoso Carratalá del descalabro sufrido ".

El gobierno independiente, informado de la hazaña, expidió un decreto el 24 de noviembre de ese año, concediendo a los cangallinos el derecho de llevar un escudo elíptico de paño encarnado en el brazo izquierdo, con la siguiente inscripción bordada en hilo de plata: A los constantes patriotas de Cangallo.

Pero casi al mismo tiempo, el virrey La Serna conminaba a Carratalá para acabar lo antes posible con los Morochucos. Esta vez Carratalá decidió encabezar personalmente la campaña, estableciendo su cuartel general en Soras. Trabajó allí su estrategia y el 27 de diciembre del mismo año trabó combate con los patriotas. Fusiles y cañones enfrentaron a rejones, lanzas, hondas y lazos. En la desigual contienda los cangallinos ofrecieron su sangre a raudales, hasta que se produjo la hecatombe. Cangallo tuvo que ser evacuada por sus últimos defensores, que se retiraron por las alturas. De inmediato, el enemigo ocupó la villa, arrasándola a sangre y fuego. Nada se salvó de la furia realista, ni siquiera la iglesia cristiana, y sobre sus humeantes escombros Carratalá fijó este cartel infamante, testimonio irrefutable de su barbarie:
" Queda reducido a cenizas y borrado para siempre del catálogo de los pueblos, el criminalísimo Cangallo. En terreno tan proscrito nadie podrá reedificar y se trasmitirá la cabeza de la subdelegación a otro pueblo más digno; mayores castigos dictará aún el brazo invencible de la justicia, para que no quede memoria de un pueblo tan malvado, que sólo puede llamarse nido de ladrones, asesinos y toda clase de delincuentes. Sirva de escarmiento a todas las demás poblaciones del distrito ".

El final de esa crueldad infame fue la prisión de los Auqui, por quienes ofreció recompensas, vivos o muertos. Sin sospechar una traición, poco después ellos ofrecían sus servicios para la trilla en la hacienda Cabra-Pata. Trabajaban allí confiadamente cuando se vieron rodeados por una tropa de 200 realistas, que habían sido conducidos por un traidor apodado Quinto. Sin poder oponer resistencia, los Auqui fueron hechos prisioneros y se les condujo al cuartel de Santa Catalina en la ciudad de Huamanga.

La farsa de juicio fue breve y la familia de patriotas Morochucos fue sentenciada a la pena de garrote. Ella se verificó junto al puente de Santa Teresa, presenciando Basilio la muerte de sus seres más queridos antes de ofrendar su vida. Así se apagaron para siempre los latidos de aquel corazón que palpitó al servicio de la patria.
Cuna de tan extraordinarios hombres, Cangallo no podía morir. San Martín, al conocer el infortunado final de los Auqui, quiso rendirles un tributo de gratitud ordenando reedificar la que llamó Heroica Villa de Cangallo, en cuya plaza principal habría de levantarse un monumento. Años más tarde, Bolívar quiso testimoniar a su vez un nuevo reconocimiento a tan valeroso pueblo, concediéndole calidad como Heroica Provincia de Santa Rosa de Cangallo.

Nuestros hermanos argentinos honraron también el recuerdo de estos héroes y una de las más bellas calles de Buenos Aires adoptó el nombre de Cangallo. Finalmente, con ocasión de celebrarse el sesquicentenario de la victoria de Ayacucho, se inauguró un busto en homenaje a Basilio Auqui, en la plazuela Santa Teresa de esa ciudad.

PEDRO ATUSPARIA Y UCHCU PEDRO SÍMBOLOS DE LAS LUCHAS CAMPESINAS

PEDRO PABLO ATUSPARIA Y UCHCU PEDRO LA REBELIÓN CAMPESINA DE ANCASH EN 1885
Escribe: Luis Guzmán Palomino


"La emancipación fue la resultante de una obra urbana y criolla", escribió alguna vez Jorge Basadre, y, ciertamente, su programa no consideró ningún carácter de reivindicación social de las clases oprimidas. No tuvo la fisonomía agraria que hubiese permitido la redención de las mismas y por ello, a pesar del advenimiento de la independencia, se mantendrían las causas de la agitación social.

Así, mientras en las haciendas de la costa van a sublevarse los negros, individual y colectivamente, contra la esclavitud, en la sierra los indios van a continuar rebelándose contra la servidumbre en las haciendas, y contra la fiscalización excesiva que se les imponía, en el caso de las comunidades indígenas.

La republica en casi nada había cambiado la situación del indio; y se manifestó en la sierra la recomposición del feudalismo. Al respecto, Jean Piel ha escrito: "La republica mantiene la existencia del tributo colonial bajo formas nuevas, contribu-ción de indígenas hasta 1854, contribución personal hasta el siglo XX, y la mita sobrevive gracias a los obligados servicios personales gratuitos: repúblicas, faenas, mitas y conscripción vial". Por ello, el indio no cesaría de rebelarse contra el sistema que lo oprimía, ayer en la colonia y ahora en la república.

Una rebelión antifiscal típica, de clara motivación económico-social, a decir de Mariátegui, fue la que estalló en Huaraz el ano 1885, bajo el liderazgo del alcalde indio Pedro Pablo Atusparia.

Por entonces se hallaba el Perú en una situación catastrófica. Había terminado la guerra con Chile y la firma del tratado de Ancón determinó la perdida para el país de sus yacimientos salitreros; al mismo tiempo, los de guano se habían agotado y las exportaciones disminuían de manera sensible.

En la presidencia fue encumbrado el general Iglesias, gobernante impuesto por Chile, quien en su afán de amenguar la ruina del erario restableció el pago de la "contribución personal" de indígenas, ascendiente a dos soles de plata, suma excesiva para el presupuesto indio, más si se tiene en cuenta que los soles incas, única moneda usada en el campo, habían sido devaluados al décimo de su valor nominal, con lo cual el impuesto real era de veinte soles incas.
En Huaraz, población terriblemente asolada por la guerra, el prefecto Javier Noriega, encargado de hacer cumplir tal disposición, iba a mostrar una conducta por demás abusiva. Aparte del tributo, Noriega resucitó las "repúblicas", faenas de carácter gratuito, manifestación tardía de la mita colonial. Bien se puede inferir lo que significó la republica, en sus dos acepciones, para los indios.

Noriega conminó a las comunidades de Huaraz llevar a cabo la refacción de la Corte de Justicia Departamental, "símbolo del aborrecido poder judicial -dice Piel- que siempre se ejerce a expensas de los indios". A estos abusos se agregó el despojo gradual y reciente de las tierras de las comunidades, por gamonales en contubernio con políticos y jueces y la obligatoriedad del "presente", tributo en especies (lana, gallinas, cuyes, huevos, etc.), que cada sábado los indios debían entregar a las autoridades.

Imposibilitados de pagar el tributo y considerando humillante el trabajo de las "republicas"; los indios reunidos en asamblea nombraron por su delegado a Pedro Pablo Atusparia, alcalde de la comunidad de Marián, encargándole presentar al prefecto un memorial pidiendo respetuosamente se aboliese, o al menos se redujese al 25 por ciento, la contribución impuesta y se suprimiesen las "republicas".

Cerca de cincuenta alcaldes indios firmaron un memorial, que redactado por un tal doctor González fue presentado al prefecto, provocando en éste la reacción más violenta: ordenó arrestar a Atusparia y lo sometió a tortura, esperando delatase al mestizo que había escrito el documento. En conocimiento del atropello, los demás alcaldes indios acudieron a la prefectura solicitando la liberación de su delegado.

A la sazón, Noriega había salido para Aija, por asuntos particulares, y quien se enfrentó a los alcaldes indios fue José Collazos, individuo carente de escrúpulos que lejos de atender la solicitud se burló de ella, ordenando además a sus gendarmes cortar las trenzas de aquellos. Esto colmó la paciencia, puesto que entre los indios las trenzas eran símbolo de autoridad. Y entonces se desató la rebelión.

Acaudillados por sus alcaldes y regidores, y armados de machetes, hondas, rejones y algunos fusiles, empezaron los in-dios a bajar a la ciudad de Huaraz el 2 de marzo de 1885. Collazos, que contaba con 70 hombres de caballería, 120 de infantería y otros 100 del batallón Artesanos, ordenó detener el avance indio a balazos. Pero esta fuerza no pudo evitar que al día siguiente una multitud consumara el asalto, masacrando a la gendarmería. Collazos logró escapar a duras penas, con algunos de sus colaboradores.

Atusparia hizo lo posible por evitar el pillaje; consiguió que se respetaran las propiedades de los "mistis", pero no pudo detener el saqueo de los comercios de chinos. El 4 de mazo el caudillo, a la cabeza de unos ocho mil indios, era dueño de la ciudad; disponía de trescientos fusiles y de la pólvora del cuartel que cayó en su poder. Los vecinos de Huaraz procuraron, en principio, mantenerse al margen de los hechos; la rebelión era contra las autoridades y no contra ellos. Luego la justificaron en parte, pues el 8 de marzo la ciudad en pleno celebró una misa de gracias por el triunfo obtenido.

Ese día, Atusparia, director supremo, nombró como nuevo prefecto al abogado Manuel Mosquera, agente político de Andrés Avelino Cáceres, a la sazón en guerra civil contra el presidente Miguel Iglesias. Mosquera aprovechó la situación para hacer firmar un acta entre los vecinos desconociendo al gobierno chilenófilo. Luis Montestruque, un intelectual mestizo, fue nombrado secretario general del movimiento; fue él quien editó el periódico titulado "El Sol de los Incas", desde cuyas páginas reclamó la restauración del imperio de los Incas. "Carente de programa y doctrina -dice José Carlos Mariátegui-, la rebelión triunfante se sintió impotente para trasformarse en revolución. Había sido un levantamiento instintivo y desesperado y como tal no podía aspirar a mucho. Con un ideólogo como Montestruque y un tinterillo como Mosquera, la insurrección indígena de 1885 no podía tener mejor suerte".

Sin embargo, la rebelión se extendería por las provincias vecinos con bastante éxito. Por entonces se unió a los rebeldes el obrero minero Pedro C. Cochachin, quien poco después se convirtió en principal motor del movimiento.

Para abril los partidarios de Atusparia eran fuertes en todo el Callejón de Huaylas; Carhuas, Yun-gay, Caraz y Huaylas estaban en su poder y los guerrilleros de Cochachin, más conocido por Uchcu Pedro, vigilaban las salidas hacia la costa. Aislados del movimiento solo quedaron los hacendados, quienes en salvaguarda de sus intereses armaron milicias entre chinos y zambos.
A lo más, los rebeldes podían aspirar a trasformar su región en un enclave autónomo, esperando que en el resto del país siguieran su ejemplo sus hermanos de raza. Mira difícil de alcanzar; no obstante que en el tiempo precedente se habían sucedido varios movimientos con similares ideales, el principal de los cuales fue el encabezado por Juan Bustamante en el altiplano.
El gobierno republicano, en el cual ellos no tenían representatividad ni defensores, no tardaría en volverlos a someter. Ba-ses muy endebles sostenían la rebelión. El retorno romántico al imperio incaico -señala Jean Piel- era como plan tan anacrónico como la honda y el rejón como armas para vencer a la república.

Conocedor de los hechos, Miguel Iglesias el presidente de facto, impuesto por los chilenos, nombró como nuevo prefecto al coronel Iraola, el 15 de abril de aquel año. Iraola marchó a la zona convulsionada con la expedición punitiva que, al mando del coronel Callirgos, conformaron dos batallones de infantería, un regimiento de caballería y dos brigadas de artillería. A ellos habrían de sumarse luego los chinos y zambos que cedieron los hacendados.

Desembarcado en Casma, el nuevo prefecto confirmó la supresión de toda fiscalidad extraordinaria y de todas las faenas gratuitas, dispuesta anteladamente por el gobierno bus-cando quitarle razón de ser a la rebelión. Las tropas gubernamentales marcharon por Quillo hacia Huaraz, constantemente hostilizadas por los guerrilleros de Uchcu Pedro, quien envió varios mensajes a Huaraz dando cuenta de los sucesos.

Noticiado Atusparia ordenó a Mosquera salir con las huestes rebeldes a contener el avance de Callirgos. El oportunista tinterillo, viendo el desfavorable cambio de la situación, rehuyó aceptar el encargo. Atusparia lo destituyó de inmediato y nombró en su lugar a Pedro Granados, mientras el idealista Montestruque marchaba a la cabeza de los indios en demanda de las tropas del gobierno.
El 21 de abril se produjo la sangrienta batalla de Yungay, con la total derrota de los rebeldes; Montestruque murió heroicamente, defendiendo con honor la noble causa. Y Uchcu Pedro, que lo sucedió en el mando de los rebeldes, consideró obligada la retirada a Huaraz, pues mientras las fuerzas represivas se iban acercando a esa ciudad se sucedían graves desacuerdos entre varios alcaldes indios.
El 4 de mayo cayo finalmente Huaraz, luego de sangriento combate. Atusparia, herido en una pierna, buscó asilo en casa del español Julio Aristobel, de donde fue luego conducido a la del inspector de cárceles. Intercedieron por su vida varias damas de Huaraz, a las que salvara antes de los excesos de sus hombres, por lo que Iraola le concedió garantías.
Aun el 11 de mayo, a la cabeza de cincuenta mil indios, Uchcu Pedro intentó reconquistar la ciudad, pero fue contenido con gran matanza de sus tropas. Siguió a ello una terrible represión, fusilamientos, torturas y violaciones de mujeres, crímenes cometidos por la soldadesca y los milicianos chinos y zambos.

Entre el 12 y el 25 de mayo, a instancias de Atusparia, la mayoría de los alcaldes indios se sometieron al nuevo prefecto. Sólo Uchcu Pedro continuó en la lucha, pero finalmente cayó en una celada y fue fusilado, la tarde del 29 de setiembre.

Así terminó la sublevación india campesino-minera de Atusparia y Uchcu Pedro, una de las tantas que -como recuerda Mariátegui- fracasó por falta de fusiles, programa y doctrina. En junio de 1886 Atusparia viajo a Lima, llegando a entrevistarse con Cáceres, el nuevo presidente, quien se dice le ofreció un puesto público en Huaraz, que el líder indio se negó a admitir.
Un periódico limeño de la época anota que Atusparia solicitó para su pueblo tierras, escuelas y un mejor trato. Volvería luego entre los suyos, quienes para entonces ya no lo estimaban como antes, considerando que había traicionado su causa. Un profundo abatimiento acompañó a Atusparia en sus últimos días, pues creyó que la reivindicación de sus hermanos oprimidos tal vez nunca se lograría. Aislado en Marián, le sobrevino la muerte a principios de julio de 1887, a decir de su biógrafo Augusto Alba Herrera. Su hijo Manuel Ceferino Atusparia, reveló años más tarde que su padre murió envenenado.

Referencias bibliográficas:
Alba Herrera, C. Augusto. Atusparia y la Revolución Campesina de 1885 en Ancash. Ediciones Atusparia. Lima, 1985.
Álvarez Brun, Félix. Ancash, una historia regional peruana. Lima. Ediciones P.L.V., 1970.
Mariátegui, José Carlos. Pr6logo al libro El Amauta Atusparia, de Ernesto Reyna, inserto en: Ideología y Política, volumen 13 de sus Obras completas. Empresa Editora Amauta, Lima, 1977, pp. 184-188.
Piel, Jean. Rebeliones agrarias y supervivencias coloniales en el Perú del siglo XIX, publicado en la "Revista Museo Nacional", tomo XXXIX, Lima, 1973, pp. 301-314.
Reyna, Ernesto. El Amauta Atusparia, Ediciones Amauta, Lima, 1930.


Sus orígenes
El apellido Cochachin desciende de la nobleza regional indígena de la época colonial. Nuestro biografiado era oriundo del poblado de Ataquero, situado en las faldas de la Cordillera Negra. En 1778 su familia era propietaria de unas tierras y en 1780 Luis Cochachin aparece como uno de los firmantes del memorial que presentaron los caciques de la antigua provinc

domingo, 15 de mayo de 2011

PRIMERA GUERRA MUNDIAL (1914-1919) DEL AMAUTA

1RA GUERRA MUNDIAL (1914-1919)
I.-Concepto:
1mer conflicto mundial entre potencias industriales imperialistas promovido por sus burguesías financieras con el objetivo de controlar mercados coloniales y frenar el movimiento obrero.


II.-Contexto:
-Desarrollo del Imperialismo Colonial (Expansión de la Gran industria Capitalista)
v  La  Paz Armada


No Militar                                  Militar
.Congreso de Berlín            .Guerras Balcánicas
.Formación de Alianzas
Militares y políticas
III.-Causas:
-Potencias imperialistas a través de sus Burguesías financieras buscan:
v  Materias primas, fuentes de energía, mano de obra barata, mercados, Colonias, semicolonias, etc.
-Frenar el avance de la 2da Internacional Obrera
v  Apunta acabar con el sistema capitalista
-Rivalidades entre las potencias Imperialistas
v  Francia Vs Alemania
v  Austria-Hungría Vs Rusia
v  Serbia Vs Turquía y Bulgaria
-Formación de las Alianzas políticas y militares
v  Triple Alianza (Alemania-Austria Hungría e Italia)
v  Triple Entente (Inglaterra-Francia-Rusia)
-Carrera Armamentista (Paz Armada) promovido por potencias
-Influencia del nacionalismo burgués (Pangermanismo-Paneslavismo)
IV.-Pretexto:
-Asesinato del Archiduque Austriaco Francisco Fernando en Sarajevo (Bosnia)
V.-Proceso:
1.-Guerra de Movimientos Iníciales:
-Alemania impulsó Plan Schlieffen (Fracasó)
v  Frente Oriental(Rusia: Tannemberg y Lagos Mazurianos)
v  Frente Occidental(Invasión a Bélgica y Francia:1ra Batalla del Marne)
2.-Guerra de Posiciones:
-Francia impulsó el estancamiento o desgaste de la guerra contra Alemania (Guerra de Trincheras): Verdum y Somme
-Avance político y militar Inglés:
v  Pacto o tratado de Londres (Italia nvo. Aliado)
v  Se dio el combate naval de Jutlandia
-Rpta. Alemana: Declara la guerra Submarina:
v  Causa: Evitar que llegue suministros de USA a las potencias Europeas
v  Hundimiento de Lousitania y Lorthon y Telegrama Zimmerman (Pretextos de USA para intervenir en la guerra)
v   Consecuencias: Intervención de USA en la Guerra (Le perjudicaba a su gran industria la Guerra Submarina)
·         Proporcionaba armamento, tropas y suministros a potencias Europeas.
3.-Guerra de Movimientos Finales:
-Retirada de Rusia de los Bolcheviques de la guerra imperialista
-Avance de potencias de la Entente (Victorias en Dolvo Polji-Victorio Venneto-2da batalla de Somme y Marne)
-Retirada de Alemania de la guerra
v  Armisticio de Compiegne (Alemania pone fin a su lucha para frenar el movimiento obrero Spartakista liderada por Luxemburg)
-Las potencias de la Entente imponen a Alemania el Tratado de Versalles
(Sobre la base de los 14 ptos. De Wilson)
VI.-Consecuencias:

-Nvo. Orden mundial (USA y Japón nuevas potencia)
-Crisis económica Europea (Estancamiento)
-Creación de la Liga o Sociedad de Naciones (Ginebra-Suiza)
-Surgen nvos. Estados (Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia, Austria  y Hungría)
-Caída de dinastías monárquicas Europeas (Habsburgo, Romanov, Hohenzollern)
-Surge el 1er Estado Socialista (URSS)
-Se impone en Alemania la República de Weimar
-Surge el fascismo y Nazismo en sociedades capitalistas que perdieron (Militar y económica)

REVOLUCIÓN RUSA (1917-1956)

REVOLUCION RUSA (1917-1956)
I.-Concepto:
Fue el proceso de luchas impulsado por la clase obrera en alianza con campesinos bajo la dirección del partido Bolchevique con el objetivo de impulsar cambios y transformaciones en la base socioeconómica e instaurar el 1er Estado Socialista del mundo.


II.-Contexto: Desarrollo de la Gran Guerra Imperialista (1914-1956)
III.-Causas:
-Acabar con las relaciones semifeudales
v  Trabajo servil y latifundios (Monopolizan Boyardos y Kulak)
-Dependencia al capital privado (Inglés-Francés-Alemán-Belga)
v  Dominio de las transnacionales(Saquean recursos)
-Desigualdades Sociales (Relaciones de Explotación: Servil y Asalarial)
-Gobierno autocrático absolutista y despótico del Zar Nicolás II Romanov
-Corrupción Zarista (Min. Rasputín)
-Formación de los Soviet (Consejos de obreros, campesinos y soldados) logra mayor organización social
-Difusión del marxismo-leninismo en el movimiento social (Luchan contra los ideales de la Iglesia Ortodoxa)
IV.-Antecedentes:
-Lucha entre marxismo y populismo (Plejanov contra Narodniki)
-Lenin lucha contra populismo:
v  Alianza obrera-campesino
v  Formación POSDR(Minsk)
-Guerra Japón-Rusa (1904-1905)
v  Expansionismo Zarista (Toman Manchuria)
v  Japón defiende intereses capitalistas
v  Derrota Zarista y crisis socioeconómica
-Revolución Liberal de 1905
v  Reacción popular ante la crisis(Hambruna)
v  Represión Zarista(Domingo Sangriento)
·         Surgen los Soviet(Consejos obreros, campesinos y soldados)
·         Zar reactivó la Duma(Parlamento) que fracasó por control zarista
-Conferencia de Praga
v  POSDR (Rompen Bolcheviques con Mencheviques)
-Papel que desempeñaron los medios de comunicación como el Diario Pravda que fomentó conciencia
V.-Proceso:
1.-Revolucion de Febrero
a) Gobierno Provisional dela Duma (Fase Reformista)
Gob. Príncipe Lvov (Febrero-Julio de 1917)
-Gobierno Liberal
-Derrocan al Zar
-Proponen el continuismo de la guerra
-Lenin y las Tesis de Abril plantea:
v  Reforma Agraria
v  Retirarse de la Guerra
v  Creación del Banco Nacional
v  No a gobiernos parlamentarios y provisionales
v  Gobierno de los  Soviet (Control del Estado)
v  Internacional Obrera
Gob. Kerenski (Julio-Octubre de 1917)
-Inflación económica por continuismo de la guerra
-No hay reformas sociales
-Kornilov intenta golpe de Estado
-Represión Pravila
-No se convoca a Asamblea Constituyente
2.-Revolucion de Octubre
a) Gob. Bolchevique (Fase Revolucionaria):
-Gobierno del presidente del Soviet supremo-Congreso-Consejo de ministros (Comisarios del Pueblo)
-Lenin impulsa primeras medidas:
v  Ley de Reforma Agraria(Nacionalizó tierras y buscó eliminar Boyardos)
v  Tratado Brest Litosk (Rusia se retira de la Guerra y Soviet renuncian a territorios)
v  Nacionalización de la Banca e Industria sin compensación(Desaparece banca privada y desconocen deudas del Zar)
v  Cancelación de la Duma
v  Asamblea constituyente(Constitución de 1918)
·         Declaración de los derechos del hombre y del pueblo
·         Los Soviet toman todos los poderes
·         Exclusión del voto Burgués y Nobles
-Guerra civil (1918-1922)
v  Ejercito Blanco (Apoyado por potencias, nobles y burguesía)  contra el Rojo(Pueblo ruso)
-Aplicación dela NEP (1921-1929)
v  Busca recuperar la economía tras final de la guerra civil(Economía Mixta)
-Tratado Rapallo (Rusia-Alemania) 1922
v  Alemania renuncia al pago de la deuda a cambio de dar tecnología a Rusia (Científicos Alemanes)
-Creación de la URSS (1922) y muerte de Lenin (1924)
-Contradicción (Carácter de la revolución)
v  Trostky Vs Stalin


  
 Rev. En un solo país
Rev. Permanente
-Gob. De Stalín (1926-1953)
v  Aplicación del Gosplan (Organiza los Planes Quinquenales)
·         Busca consolidar industria Agrícola, Ligera y Pesada
v  URSS interviene en la 2da Guerra Mundial
v  Aplicación del Plan Molotov -COMECOM